Rafael Cansinos Assens, adalid de la modernidad (Biografía con información bibliográfica)

Carmen Gutiérrez de Castro sorprende a todos los jóvenes poetas del Colonial con un soneto publicado en Los Quijotes, dedicado «al maestro de la juventud». Todos interpretan que se ha enamorado de RCA. Más adelante se convertirá en la novia, al menos teórica, de Alvaro de Orriols.

La tertulia del café Colonial de Madrid, presidida por Rafael Cansinos Assens, se dispara y cada vez atrae a más «epígonos»: Guillermo de Torre, Juan Larrea, Pedro Garfias, Pedro Luis de Gálvez, Ernesto López-Parra, Pedro Iglesias Caballero, Quiroga Plá, los hermanos Rivas Panedas, Rogelio Buendía, Xavier Bóveda, Isaac del Vando Villar, Eugenio Montes, Gerardo Diego, e incluso algunas mujeres como Lucía Sánchez Saornil –que no hace acto de presencia pero está–, Carmen Gutierrez de Castro o Betina Giacometti. El magisterio de RCA convierte la tertulia en un centro trepidante del Madrid literario. El café Colonial, gracias a Cansinos, es un centro, juvenil y brillante, de la vida nocturna. Los habituales del café empiezan a mirar a Cansinos con desconfianza y cierta compasión. La rivalidad con la tertulia de Pombo, presidida por Ramón Gómez de la Serna, se hace evidente. Ramón no entiende lo que sucede: mientras él se desvive por crear un círculo en torno suyo, Cansinos, que no hace nada, más que acto de presencia, tiene ya uno fervoroso entorno a él. Ramón tenía cinco años menos que RCA y admiraba profundamente al sevillano, y quería atraerlo a su Pombo para que, en su afán de protagonismo, presidiera con él la renovación literaria que estaba en marcha. Son varias las cartas, casi suplicantes, que Ramón le escribió en este tiempo para intentar lograr su propósito. Este es el tiempo en el que Ramón empieza a incubar un odio africano hacia RCA.

El editor Manuel Palomeque le cuenta a Rafael Cansinos Assens cómo Emilio Carrere le había dado el timo de la estampita colándole un manuscrito titulado La torre de los siete jorobados, que en realidad, salvo las primeras páginas, era una rimero de cuartillas en blanco. Palomeque no comprobó el contenido completo del manuscrito que le enseño el tahúr. Cuando fue a echar mano del mismo para imprimirlo, descubrió el engaño. El editor, tras reclamar inútilmente a Carrere, como venganza –ya que le había pagado (miserablemente) los derechos íntegros de la obra–, le encargó al escritor novel Jesús de Aragón que le redactara una novela a partir de lo entregado por Carrere. Palomeque, una vez escrita la novela, la publicó con el nombre del popular escritor primero en «Los folletones» de La Nación y un año después, en 1919 –una vez publicitada la obra–, en forma de libro. Emilio Carrere, lejos de enfadarse, dejó correr el asunto y quedó para la posteridad como el autor de La torre de los siete jorobados, en realidad escrita en buena parte por Jesús de Aragón. Palomeque se resarció sobradamente porque la obra fue un éxito.

En la editorial de Palomeque conoce a los dibujantes de la casa, como Máximo Ramos.

Corre por los mentideros literarios el desafío de Ricardo Baeza con el terrible espadachín El Caballero Audaz, que humilla a Baeza, que no daba una, disparando al aire.

El Liceo de América, en la calle Alcalá, lindando con el Banco de España, con amplios salones y un jardín en el centro, es un punto de referencia cultural (aunque funciona sobre la base del juego). Cansinos y Fombona lo frecuentan. Subvencionado por el Gobierno, se come barato, se leen periódicos y revistas, se juega, se encuentran hombres de dinero, posibles editores o socios capitalistas, y se celebran banquetes. Allí conoce Cansinos a Blas Infante.

Llega otra vez a España, procedente de París, el poeta chileno Vicente Huidobro, con el que RCA ya había "cruzado cartas, a propósito de ese libro [Las pagodas ocultas], en que la crítica chilena –según él decía– había descubierto analogías sospechosas con mi Candelabro." (La novela de un literato). Huidobro le habló a Cansinos del Creacionismo y le presentó unas plaquettes editadas en francés que el sevillano distribuyó entre los jovenes poetas de su entorno. Huidobro pasó en España alrededor de cuatro meses, y en su domicilio de la Plaza de Oriente, muy cerca del de RCA, se celebraron algunas reuniones literarias.

Con Vicente Huidobro, la xenofobia francesa trajo a Madrid una legión de jóvenes poetas y estudiantes hispanoamericanos. En El Colonial corre el alcohol y, entre alguno de los poetas, drogas. Acompañando a Joaquín Edwards, aparece la espectacular chilena Teresa Wilms, muy elegante, vestida de negro y con un cruz también negra sobre el escote descubierto, con su halo de coñac y morfina. Teresa de la Cruz, cada vez que aparece, deja el Colonial "inundado de su perfume capitoso, extraño y maléfico, de flor baudelariana".

Subvencionado por los aliados, surge un nuevo diario, El Fígaro, dirigido por un tal señor Boet, e instalado en un local magnífico de la Carrera de San Jerónimo. Uno de los redactores es Nardo Cándamo, un poeta de los tiempos de Villaespesa, que lo invita a colaborar en una hoja literaria que publica el periódico. Su amigo Emilio Daguerre, el viejo periodista, también es redactor de El Fígaro.

Traduce para Blasco Ibáñez, que ha fundado en Prometeo una colección titulada «La novela literaria» para dar a conocer a los nuevos novelistas franceses. 

Se suceden los fallecidos a causa de la pandemia de gripe. En los siguientes años morirán en España alrededor de 200.000 personas, el 10% de la población. La poetisa Carmen Gutiérrez de Castro, Carmencita, será una de las primeras víctimas del entorno inmediato de Cansinos Assens.

Compra una máquina de escribir Royal como herramienta de trabajo para sus traducciones. Su hermana Pilar también aprenderá a utilizarla. Su sueldo en el periódico, de treinta duros (150 pesetas o 0,90 € mensuales), no le alcanzaba para vivir. Las traducciones también se las pagaban a unos treinta duros. Llegará a traducir dos volúmenes mensuales. Cansinos utilizaba en ocasiones el procedimiento de dictar mientras su hermana picaba el texto en la Royal.

Publica en dos números de Los Quijotes sus traducciones de poemas de Vicente Huidobro, de Pierre Reverdy, Roger Allard y Guillaume Apollinaire. Se publica también una «Carta abierta» a RCA enviada desde Sevilla por un grupo de jovenes poetas anunciando la publicación de la revista Grecia. Figuran los nombres de Isaac del Vando Villar y Adriano del Valle.

Es nombrado correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

Joaquín Edwards Bello también reivindica su liderazgo en el nuevo arte.

El 11 de noviembre de 1918 termina la Primera Guerra Mundial.

Comienza un ambiente de gran efervescencia social y económica. La modernidad está muy presente. Los hombres tiende a afeitarse el bigote como símbolo de los nuevos tiempos. Por supuesto, Cansinos, siempre a la contra, no se lo afeita.

Tras Luis López-Ballesteros, dirige Los Lunes Joaquín López Barbadillo y reanuda su colaboración en esa hoja literaria, que inició hace años, cuando la dirigía Luis Bello.

Cumple 36 años.

Cansinos Assens, influido por Huidobro, proclama caducado el Modernismo y propone un nuevo movimiento poético, el Ultra, al que Xavier Bóveda da difusión en una entrevista con él en El Parlamentario. Esta entrevista se considera el inicio del movimiento Ultraísta. Dice RCA durante la entrevista:  "Creo que el porvenir intelectual reside únicamente en la poesía ultraromántica. Todo lo demás es viejo, viejo, viejo.  [...] La poesía debe desprenderse en absoluto de la retórica, y la oratoria sobre todo. [...] Estamos igual que en 1900. Sigue siendo la misma novedad la novedad de entonces, o sea el Modernismo, no aceptado por la gente no literaria. Y no tan solo no avanzamos, sino más bien parece que retrocedemos. Los maestros van haciéndose más románticos cada vez. Y lo triste está en que los nuevos les siguen. La salvación reside en aceptarlo todo: todo lo que venga, lo que sea nuevo. Hay que entregarse a la intuición. Hay que volver a la copla, a lo que era la lírica en los tiempos griegos; al furor poético.[...]  Nosotros debemos abrirnos a ese hálito nuevo, a esas nuevas inspiraciones altruistas e integrales que nos restituirán la imagen del hombre con arreglo a sus más verdaderas verdades. [...] Esta es la manera de ser revolucionarios los artistas, porque estas nuevas estéticas son siempre subversivas y heréticas y atacan al régimen y a la religión. [...] Así, pues, adelante siempre en arte y en política, aunque vayamos al abismo."

Xavier Bóveda (20 años) nos deja su retrato de RCA (36): Puntual. [...] Su estilo, su novísimo modo de ver las cosas, su grandiosa cultura y su talento enorme, valiéronle la estima y la admiración de todos. [...] Es bueno, noble, sincero, cariñoso, afable... Jamás ofende ni se enfada nunca [...]. Todo lo disculpa, todo lo perdona, por todo transige menos por lo viejo. Lo viejo es su obsesión, su pesadilla, su tormento. Quiere cosas nuevas, atrevidas, valientes, desunidas de todo prejuicio académico o moralista, rudas si se quiere, pero nuevas, nuevas, sinceras..., cosas que estén en el espíritu de nuestro tiempo. [...] La conversación de Rafael siempre es cariñosa y comprensiva. Jamás se pone ni se puso nunca en esa pose despreciable, doctoral y absurda, de los críticos a la antigua. [...]

Comienza una lucha feroz por el protagonismo de la Vanguardia. Huidobro discute con Ramón, que estaba convencido de que fue él el que trajo el nuevo arte (en realidad solo había oído campanas) y Guillermo de Torre, que también se sentía el inventor de la modernidad, se enfrenta a los dos. Pierre Reverdy escribe a Cansinos desde Francia, acusando al chileno de haberle usurpado el título de inventor del Creacionismo... Intervinen también Joaquín Edwards Bello, primo de Huidobro, Rafael Lasso de la Vega, Eliodoro Puche, etc. Probablemente en este tiempo comenzó RCA a incubar su novela El Movimento V. P., en la que satirizará, ocultando los nombres reales con apodos, a la vanguardia española y sus protagonistas. Le empezaba a invadir una sensación de que aquello del Ultra se le había ido de las manos. Cansinos no tenía una personalidad con el liderazgo suficiente para manejar todo aquel esplendor poético, y tampoco ponía interés. Estaba muriendo de éxito e iniciando su camino hacia el divino fracaso.

Asiste en el Eslava al estreno de El Jayón de Concha Espina, una una adaptación teatral de su novela del mismo nombre. Cansinos admiraba la obra de la escritora y mantendrá con ella en los siguientes años una fraternal amistad.

Se inicia su último año en La Corres. Sus colaboraciones de crítica literaria se orientan hacia la novísima literatura bajo el título "Perspectivas", provocando el desconcierto de la dirección y de los queridos compañeros del periódico.

Finalizada la Guerra Mundial la actividad editorial es enorme.

En  Pombo conoce a Miguel Á. Ródenas, fundador de Biblioteca Hispania, donde publica El secreto de la sabiduría (parábola), una obra muy representativa del Cansinos de esta época.

También mantiene relaciones con la Biblioteca Nueva de José Ruiz-Castillo.

Gómez Carrillo planea Cosmópolis.

De Sevilla se suma al Ultraísmo un aliado terrible, don Isaac del Vando Villar. Al parecer el poeta estuvo internado en el manicomio sevillano de Miraflores.

Astrana Marín, Astranilla, que también frecuenta El Colonial, es el enemigo público número uno de los ultraístas.

La editorial Mundo Latino, que llevaba una vida languideciente, entra en nueva actividad. Su director, don José Yagües, había resucitado la revista iberoamericana Cervantes, que había fundado Villaespesa. A partir de enero de 1919, el editor Yagües confía la sección española de la revista a RCA y la hispanoamericana al ecuatoriano César Arroyo, cónsul general de su país en Madrid. Queda como secretario de redacción Antonio Ballesteros de Martos (1894-1967), que se había incorporado a Mundo Latino en abril. Cansinos utilizará la revista como plataforma del Ultraísmo y de los jóvenes poetas de El Colonial.

Yagües además le ofrece a Cansinos traducciones. En su casa de la plaza del Cordón, un gran caserón vetusto, con aire de palacio, tiene sus oficinas donde Cansinos conoce a dibujantes como Ribas, Penagos, al escultor Juan Cristóbal, émulo de Julio Antonio, al escritor ecuatoriano César E. Arroyo, a Edmundo González-Blanco, el filósofo bohemio y alcohólico, y a Ballesteros de Martos, que es el hombre de confianza del editor.