Rafael Cansinos Assens, adalid de la modernidad (Biografía con información bibliográfica)

De la mano de Emilio Daguerre en El Colonial se une a tertulias como la de la Fru-Fru, una reunión de cocottes, artistas, cómicos, etc.

Como periodista cultural en La Corres vive pendiente de la modernidad. El 18 de febrero hace una elogiosa reseña de un libro de Gómez de la Serna que ni siquiera llegó a las librerías: El libro mudo.

De vez en cuando, asiste a la tertulia de Andrés González-Blanco en la Cervecería Inglesa de la Carrera de San Jerónimo, donde pontifica Andrés, rodeado de Francisco Vera, el matemático, Reoyo, un médico que escribe obritas del género chico, Diego San José, Félix Cuquerella, el poeta erótico, como contertulios habituales. Pero también noveles, como los poetas del Cancionero del Heraldo, Morenas de Tejada, el sevillano Juan González Olmedilla, redactor de El Liberal, Astrana Marín (Astranilla), etc. En verano trasladan la tertulia a las sillas de Recoletos. También participa otro personaje curioso, Antonio Sancho, sobrestante de Obras Públicas y poeta especialista en sonetos.

También va a El Sanatorio, donde Antonio Sancho se reúne con José Giles, catedrático de Literatura en el Cardenal Cisneros; el doctor Sierra, cirujano eminente, y, a veces, Manuel Machado.

Sigue colaborando en la revista Prometeo de Ramón Gómez de la Serna.

Cayo Vela, director de la orquesta de Novedades, le pide a Cansinos que ayude a Juanita F. Conde, una joven y rica uruguaya, a promocionar su carrera de cupletista. Cansinos, que gustaba del ambiente teatral, del llamado «saloncillo» donde artistas y periodistas se reunían después de las actuaciones, como buen conocedor de ese mundo apoya a Safo, que era el nombre artístico de Juanita F. Conde.

Antonio Sancho, el amigo de Andrés González-Blanco, le lleva a La Campana, un colmado andaluz en Espoz y Mina. Allí hay un reservado donde unos cuantos literatos y periodistas, en unión de algunos comerciantes respetables, han fundado una agrupación de bebedores titulada La Pecera. Cansinos será uno de los habituales de La Pecera, junto a su amigo Manuel Machado, durante casi quince años. En La Pecera eran habituales comerciantes como José Andión y Jaime Nadal, Biedma, el fotógrafo de la Prensa, redactores del Heraldo como Celedonio J. de Arpe y Gerardo Sánchez Ortiz, el escritor extremeño Cascales Muñoz, Antonio Sancho, el poeta vinícola de los sonetos, etcétera. El personaje principal y organizador de la tertulia era el llamado Gran Simpático, Francisco Torres, un arribista profesional, capaz de dirigir un periódico, un teatro, escritor de genero chico, asesor de millonarios, amigo de toreros y académicos, etc., siempre a la caza de un caballo blanco al que arruinar.

Juanita F. Conde, Safo,  debuta, y a pesar de los esfuerzos de varios periodistas movilizados por RCA, obtiene un rotundo fracaso.

Se reúne una vez en casa de Ricardo Baeza con el que autodenominan «el cenáculo de exquisitos» del que forman parte Goy de Silva, Jacinto Grau, Fernando Fresno... Todos vinculados con Ramón Gómez de la Serna, su líder. Pero algo hay en ese grupo que le repele a Cansinos, a pesar de los esfuerzos que hacen por captarle. Cansinos rehuía los supuestos grupos de intelectuales de moda y prefería pasar sus madrugadas con gente de la farándula, con amigos de La Pecera o con poetas humildes... O en el ambiente frívolo de las tertulias de su amiga Colombine. Con el tiempo, por esta actitud suya, interpretada como despectiva, le pasarán factura...

Cumple 29 años.

La vida periodística le tiene totalmente alejado de los antiguos amigos modernistas… Ve alguna vez a Villaespesa, tiene amistad (como bebedor) con Manuel Machado, pero poco más... Además el Modernismo, a partir de 1910, RCA lo da por desaparecido.

Francisco Villaespesa obtiene un gran éxito con El alcázar de las perlas. Fue RCA quien, por consejo de Ricardo Catarineu, hizo de intermediario, habló con el poeta, y le animó a escribir para el teatro cuando se encontraba en la etapa bohemia más turbia de su vida.