Se convierte en un fervoroso admirador de Salvador Rueda, al que lee en la Biblioteca Nacional, y especialmente de Adolfo Luna, que publicaba con frecuencia en El Heraldo una breve «Nota del día» glosando la actualidad. Deja de imitar a Víctor Hugo y ahora escribe en el estilo de Rueda y Luna.
Año
1898
Procedencia
La novela de un literato , capítulos "Mi venida a la Corte" y “Adolfo Luna”